Hoy agobiados, un calor extraño y conocido, previo a Santa Rosa, sí
Queremos ir lentos, discurrir
El exordio más bien ligero de ropaje, más bien acomodándonos a la presión, a la temperatura y solo como puntapié habitual, sin intrincadas elucubraciones
Versiones de una entrada, una comidita liviana, para ver si con suerte llega el hambre.
Sartre decía que la literatura no vale nada en tanto un chico muera de hambre, ciertamente así es, si ponemos la expresión en el mismo nivel y momento real de la comparación.
Pero también suena verdadero lo que Czeslaw Milosz decía a propósito de la segunda guerra, bajo la ocupación nazi, decía haber comprobado que hay momentos en que una palabra es más importante que la comida.
En una situación de opresión y terror, recibir una palabra libre renueva las ganas perdidas de vivir.
El genero literario dice Tomás Abraham puede ser algo práctico, un asunto de supervivencia.
Nosotros insistimos que un crítico a veces es algo más que un anotador de puntuaciones.
Somos seres intermitentes, de acuerdo al momento comprendemos que al lado de las cosas tremendas que nos tocan, que le toca vivir a un mundo en una época tal, al compararlas con nuestra entrega a un quehacer cultural lo vemos liviano, sonso, lleno de vanidades, competitivo, narcisista, una búsqueda diaria de una pequeña cuota de poder.
Queremos, quieren los hacedores de cultura y los consumidores poderlo al otro, ser distintos, singulares, notables.
Cómo?
Plasmando una forma bien lograda para captar la mirada del otro e imponer nuestra imagen, sigue diciendo Tomás.
Los cultos, los acopiadores de datos, de ellos desconfío. Pero a aquellos a los que nos mueve pensar, cada investigación cada suceso a describir es un desafío, una prueba a superar un pensamiento de alguien puede ser un desafío a todo a nada.
Nuestra capacidad está en juego!
Nuestra mente tiene hambre, si no come enloquece, ojo, que no se coma así misma.
Los cultos atención, no están dentro de esta bolsa, son los solemnes, mirada torva, información mental clasificada.
Sabedores
A veces como hoy me gustaría ser mas bien diletante, contemplativo, una especie de alemán de hace un par de siglos, contemplar la realidad, el arte, el pensar....
Hoy está bueno, sin embargo cuánto tiempo se puede uno detener ante la montaña a esperar?
Unos días?
Una semana?
Cuánto tardará en llegar el impulso a confrontar?
Con aquel que nos lee, nos escucha, o no nos lee ni nos escucha, con aquel que nos alienta y con aquel que nos desprecia, con aquel que nos hace valer y con aquel que nos ningunea
Queremos ir lentos, discurrir
El exordio más bien ligero de ropaje, más bien acomodándonos a la presión, a la temperatura y solo como puntapié habitual, sin intrincadas elucubraciones
Versiones de una entrada, una comidita liviana, para ver si con suerte llega el hambre.
Sartre decía que la literatura no vale nada en tanto un chico muera de hambre, ciertamente así es, si ponemos la expresión en el mismo nivel y momento real de la comparación.
Pero también suena verdadero lo que Czeslaw Milosz decía a propósito de la segunda guerra, bajo la ocupación nazi, decía haber comprobado que hay momentos en que una palabra es más importante que la comida.
En una situación de opresión y terror, recibir una palabra libre renueva las ganas perdidas de vivir.
El genero literario dice Tomás Abraham puede ser algo práctico, un asunto de supervivencia.
Nosotros insistimos que un crítico a veces es algo más que un anotador de puntuaciones.
Somos seres intermitentes, de acuerdo al momento comprendemos que al lado de las cosas tremendas que nos tocan, que le toca vivir a un mundo en una época tal, al compararlas con nuestra entrega a un quehacer cultural lo vemos liviano, sonso, lleno de vanidades, competitivo, narcisista, una búsqueda diaria de una pequeña cuota de poder.
Queremos, quieren los hacedores de cultura y los consumidores poderlo al otro, ser distintos, singulares, notables.
Cómo?
Plasmando una forma bien lograda para captar la mirada del otro e imponer nuestra imagen, sigue diciendo Tomás.
Los cultos, los acopiadores de datos, de ellos desconfío. Pero a aquellos a los que nos mueve pensar, cada investigación cada suceso a describir es un desafío, una prueba a superar un pensamiento de alguien puede ser un desafío a todo a nada.
Nuestra capacidad está en juego!
Nuestra mente tiene hambre, si no come enloquece, ojo, que no se coma así misma.
Los cultos atención, no están dentro de esta bolsa, son los solemnes, mirada torva, información mental clasificada.
Sabedores
A veces como hoy me gustaría ser mas bien diletante, contemplativo, una especie de alemán de hace un par de siglos, contemplar la realidad, el arte, el pensar....
Hoy está bueno, sin embargo cuánto tiempo se puede uno detener ante la montaña a esperar?
Unos días?
Una semana?
Cuánto tardará en llegar el impulso a confrontar?
Con aquel que nos lee, nos escucha, o no nos lee ni nos escucha, con aquel que nos alienta y con aquel que nos desprecia, con aquel que nos hace valer y con aquel que nos ningunea
Al final, cuanto tiempo podemos vivir sin tensiones?
Comer o leer.....parece resuelto a pesar de los rodeos, pero cuando Nabokov decía que el hombre que puede entrar a una casa en llamas para salvarle la vida a un niño le provoca absolutamente admiración, sin más; sin embargo le provoca muchísimo más admiración si el tipo se detiene 10 segundos más y le rescata de entre las llamas el juguete favorito del pibe.
En ese plus de tiempo, en ese detalle, en ese momento de tiempo en medio del terror y de la desesperación de un mundo en llamas, esa mínima demora es la que exige nuestra necesidad de cultura, mejor digamos de belleza .
Último retruécano y arrancamos; está denso, pesadón así que livianitos en el exordio de hoy, una mas pues acerca de los acopiadores de información y datos, los cultos según la vulgata, digamos la tele.
El amigo Deleuze decía que no soportaba a la gente que sabe de todo.
Esos tipos que pueden hablar desde la cepa de tal vino, hasta la religión de Sai baba y la formación de boca del 52, pasando por la última novela encontrada de Sandor Marai, ni hablar de la aerodinamia de las lanchas .....Bien a esos , no se los bancaba.
Nosotros tampoco
A nosotros, mas humildes, nos queda un autor que se precia aunque ya poco recordemos su obra; una película amada aunque solo recordamos una escena desteñida, y hasta sospechamos que Brahms nos impresionó una vez, aunque no distingamos ahora su sonido....
El culto es un personaje social que recuerda cosas sagradas. Es un tipo que sabe nombrar, pero no tiene hambre.
Uno puede conocerse todas las recetas, pero la comida importa porque hay hambre. Sin hambre no hay libros, ni cuadros, ni partituras.
Vayámonos con Deleuze quien decía no tener en absoluto una cultura de reserva.
Cultura de reserva
Una vez que terminaba una investigación o un libro, o un curso, un amor, la información acopiada se iba con el texto. ( o con la señorita)
Todo nuevo proyecto exige entonces nuevas fuentes de datos. Es verdad, nos queda siempre algo de esos emprendimientos, un recuerdo de viaje; ciertos placeres que tuvimos, las decisiones, las elecciones, saberes y sabores, unos gustos.
Y a pensar otra vez, nuevamente a viajar. Para acopiar reservas están los cultos en lo medios.
Terminemos sacándonos alguna pátina de ingenuidad, sabemos que la cultura puede ser uno de los recursos mas mezquinos con los cuales un tipo adquiere poder, ya que ni siquiera tiene la honestidad bestial y cruda del dinero.
Comenzamos con Tomás Abraham y terminamos con él, diciendo que una persona culta no es la que sabe mucho sino la que piensa bien con lo que sabe.
Bienvenidos.
DL