Hoy nos metemos dentro del aire y un aire que solamente hace tres palabras, cuatro quizá, estaba lleno de ese grado cero de la arrogancia que significa un comenzar, o, lo que es peor, de un tomar la palabra en medio de una solemnidad ritualizada.
Tomar la palabra
Arrogancia de la forma misma de los discursos de este orden, a saber, de los que hay un comienzo, un empezar y una audiencia (ningún lugar mejor para la palabra (audiencia) que el aire de una radio) uno preferiría darse ya por empezado, o mejor, como continuador de un comienzo ya olvidado de sí mismo, ser una voz sin marca que avanza, zigzagueante, entre un murmullo ya empezado y meterme, meternos sin el choque, sin el borroso rito que provoca todo inicio.
Siempre es temible tomar la palabra, es preferible meterse subrepticiamente, sin ser advertido, así, con ese deseo comenzaba la mejor clase inaugural cuya trascripción haya leído (de Foucault en el Colegio de Francia) y que recrea mi piel de gallina toda vez que de un inicio se trata y me enfrenta.
Y es temible, desde luego; a menos que, o sobre todo cuando (diferencias) uno no interprete sus hechos, sus circunstancias como estéticas de la existencia, como artes del vivir y sí, suena grandilocuente, no ayuda el tono de Arte con mayúscula a suavizar un comenzar, e iría en contra de esa supuesta ansia de neutralidad, pero no es más que una petición de principio disimulada, convertida en murmullo artesanalmente, artísticamente, hacer con la vida una obra estética no equivale a pedirle al mozo la pizza como Góngora ni tomar el bondi dando saltitos como Julio Boca, no.
No será así para nosotros, aquí, del mismo modo que romántico no será un señor cantando boleros.
Una pareja, una amistad, una subsistencia en un trabajo, vestirse, el sexo, jugar un partido de fútbol y hasta un programa de radio pueden ser expresiones estéticas. Arte
(Mínima nota al pie: no lo son en sí, ni vestirse ni mudarse ni comer, ni el fútbol es arte en el sentido que aquí, en estas frases, le estamos dando; está en nosotros, si jugamos, si tenemos sexo, y hasta si cortamos el pasto tomarlo de esta manera o de cualquier otra, o, y más aún, de ninguna)
Tomar la palabra
Y estar en el aire entonces y plantearnos el por qué
Por qué de este lado del micrófono siendo que no vivimos de esto, en el sentido de hacer dinero, ni en el de papear; por qué.
Por qué de este lado del micrófono?
Pregunta que tiene su ilustre antecesora de Por qué algo en vez de nada?
Por qué de este lado del micrófono siendo que no vivimos de esto, en el sentido de hacer dinero, ni en el de papear; por qué.
Por qué de este lado del micrófono?
Pregunta que tiene su ilustre antecesora de Por qué algo en vez de nada?
(Pregunta parecida a toda metafísica, esto es a la filosofía primera, ese pensamiento consagrado a interrogarse acerca del primer principio y de la primera causa)
Pregunta que luego de mucho andar, de Aristóteles para acá, se ha reformulado dado que todos los intentos modernos de desembarazarse de la metafísica, creo, no han hecho más que subrayarla, sin embargo se hizo necesario reformularla dado que esa pregunta de por qué algo en vez de nada, obliga a presuponer aquello mismo que se intenta explicar.
Entonces por qué tomar la palabra, por qué la radio?
Tal vez porque sabemos de lo temible de tomarla cuando nos involucra con nuestra propia estética de la existencia, por la gran tensión que nos lleva emisora tras emisora
Por el miedo regocijante
Por el deseo que empuja sin parar
Por la necesidad voluptuosa
Por todo eso sabemos lo temible, y por esto mismo y más fuertemente aún sabemos, que no podríamos dejar de hacerlo.
Bien, ya pasó, con estas ultimas palabras termina este exordio que será el origen, el comienzo, ese algo. Vago, ajeno. Ya murmullo, pronto olvidado de sí….y luego, ahora mismo, el silencio del murmullo.
Bienvenidos.
DL
2 comentarios:
Vos te preguntás: ¿Por qué tomar la palabra? ¿por qué la radio? Y yo comprendo tus respuestas, porque más o menos son las mías. Yo tambi´wen tomo la palabra, humildemente, en mi blog. Y lo hago porque quiero que prospere en nuestro País las mejores ideas: la de vivir con lo nuestro, la de considerar a todos los argentinos sujetos de derecho, derecho a un trabajo, a una casa, a una vida digna... Y eso no es poco.
Por eso yo valoro a los K, por todas las obras, que están a la vista. Pero, por eso mismo, la oposición los ataca. Yo no puedo pensar que 4.000.000 de puestos de trabajo, 10.000 nuevas industrias y muchas cosas mas, sean algo malo. Lo que escucho decir a la oposición política es que "todo lo que hace el gobierno está mal". ¿Puede ser que todo sea malo? Cuando uno cree que todo lo que hicieron está mal, entonces "cae" en posiciones tales como que "los votan los negros porque les dan choripanes", lo que es, lisa y llanamente, negar la realidad de millones de argentinos que hoy tienen trabajo (su problema hoy es mantener el poder adquisitivo del salario, a diferencia de los 90, donde su problema era NO TENER TRABAJO).
Esto es lo que valoro. Por eso, ni lo dudo: voto a los K. Y por eso, digo como puedo lo que me parece que se acerca a la verdad...
Me gusta tu blog!!! Está bueno...
Te mando saludos
gracias mona......y escucha el programejo!!!!! beso
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