Lo recíproco, aunque en desnivel, no importa, nos referimos a lo transitado.
Es decir, un camino que se recorra en dos direcciones o más, pero, si de dos individuos o dos grupos se tratase, en efecto, en dos: una de ida y otra de vuelta, con todos los recodos y en toda la geografía de un camino.
Hay gente de mano única
Y otros que sólo pasan en la dirección de vuelta para pagar la moneda del peaje y no quedar en infracción.
Es decir, un camino que se recorra en dos direcciones o más, pero, si de dos individuos o dos grupos se tratase, en efecto, en dos: una de ida y otra de vuelta, con todos los recodos y en toda la geografía de un camino.
Hay gente de mano única
Y otros que sólo pasan en la dirección de vuelta para pagar la moneda del peaje y no quedar en infracción.
Cómo no establecer valores y cómo escapar de las facturas y de las medidas y de las cuentas?
Imaginemos, imaginémonos sin el temple y el presupuesto de intervenir en un toma y daca, en un ojo por ojo de acciones, de regalos, de visitas, de gestos.
(Gestos, no están cansados de los gestos? Y últimamente, los gestos que piden los poderosos siempre para ellos, no están asqueados como yo?)
Entonces supongamos que alguien efectivamente no se disponga a medir, y simplemente camine creyéndose acompañado. Ese transitar se tornará rutinario, torpe, árido y completamente yermo, sin vegetación alguna.
Vegetaciones de la mente, de las entrañas.
Ese camino de mano casi única en el que una parte sube, y transita, mientras que la otra no aporta más que, y de vez en cuando, el pago del peaje, a saber: alguna respuesta de salón, alguna de sala de espera, alguna repetición sin mas, directamente escuchada de otro (en el mejor de los casos) cuando no de la televisión, literalmente. Si sale bien baratito, hasta puede resolverse con un billete.
Esos caminos áridos de todo esplendor, agotan paciencias.
Mínima digresión acerca del término paciencia a utilizar aquí: en una relación de camino, en un tránsito con otro, no necesariamente uno se enreda con las vegetaciones mentales y espirituales que brotan sin dejar espacio para el mínimo respiro, no!
Es un transitar desparejo, paciente, en el que uno va hacia el otro a ver si pasa algo, algún yuyo, y vuelve, pero luego es el otro quien viene, y comprueba que no pasa nada. Bien, ir, venir, moverse, acercar, trasladar; más visitas, más favores, pero, también IDEAS, posiciones favorables, soluciones, consejos, OREJAS; pues bien, ese tránsito de idayvuelta con todo ese bagaje intangible se desarrolla a través de una paciencia, necesaria hasta tanto explote una primavera sólida y refrescante.
Entonces, volviendo, hay caminos compartidos por más tiempo del necesario, debido tal vez a esa condición sin ecuanon de la paciencia, que hace retrasar la certeza de la imposibilidad de transacción alguna.
Entonces, volviendo, hay caminos compartidos por más tiempo del necesario, debido tal vez a esa condición sin ecuanon de la paciencia, que hace retrasar la certeza de la imposibilidad de transacción alguna.
Algunos tienen menos paciencia que otros, pero el momento de la pregunta llega: Qué significa este arrastrar a esta persona?
Dije, recién, dos líneas arriba, la palabra transacción para nada ingenuamente.
Hemos dicho alguna vez aquí que la critica, digamos de libros, o de cine, o a secas, ejercer la crítica, como lo entendimos estudiando y en nuestras lecturas, consistía en organizar un texto otro propiciado por aquél el cual es objeto de nuestra mirada. Y, por otra parte, en la semana vi un reportaje que le han hecho a Alan Pauls, a quien respeto mucho, con respecto a su trato con la crítica en tanto autor de ficción, y su trato con la ficción en tanto critico. En independencia del resto de la respuesta, y de lo interesante de la misma, quiero extraer de ella una parte que sirve a los efectos de este ensayo de apertura de hoy; y fue la de economía.
Economía.
Es decir, básicamente rescataba a aquellos críticos que no se basaban en algo personal, o en lo que se dice por allí, sino que proponían algún tipo de intercambio, algún tipo de pensamiento o idea, al margen completamente de la valoración, mas allá de que al tipo le gustase, o no, sino mas bien, y mas importante que el gusto es la circulación, la honestidad de dar.
La honestidad de dar también es necesaria en cualquier camino emprendido, el amoroso, el amistoso, el profesional, y, para mí, la única manera de entender el arte, y la critica. Y todas las políticas.
Establecer una economía con otro es algo que tiene que ver con una actividad, con una práctica, requiere un esfuerzo, no tiene nada que ver aquí la gentileza, ni el respeto, ni acordar, ni ningún gesto. Es cierto que la afinidad ético-estética influye en que uno prefiera.
Uno prefiere es cierto. Pero las preferencias una vez alejada la paciencia, si no hay intercambio se marchita.
Suponemos que para el amor, tal vez, al haber otras mediaciones, el análisis propuesto sea escaso, sin embargo, sin una economía nada relacional parecería funcionar.
Atención que aquí nadie hablo de sacar números, aquí hablamos de intercambiar, de dar, y de una posible práctica. (tal vez de una ética, pero digámoslo bajito).
Y del agotamiento de la paciencia, ya que uno puede ser ingenuo, estar ensimismado, ser demasiado paciente, esperar sin más, tenerle miedo al interés, o a sonar como interesado, tengo malas noticias, lo seco de ese camino, tarde o temprano, te va a secar.
Bien, entonces, reconozcan la economía de sus relaciones, sabemos que no se trata de sucios billetes, hablamos de intercambiar, de esperar, y, de vez en cuando, tener la alegría de vernos y reconocernos en el otro.
Reguemos los pastitos del camino con un agua inteligente, honesta y generosa, no permitamos que sean nuestros propios acompañantes quienes nos resequen los caminos.
Bienvenidos
DL
Dije, recién, dos líneas arriba, la palabra transacción para nada ingenuamente.
Hemos dicho alguna vez aquí que la critica, digamos de libros, o de cine, o a secas, ejercer la crítica, como lo entendimos estudiando y en nuestras lecturas, consistía en organizar un texto otro propiciado por aquél el cual es objeto de nuestra mirada. Y, por otra parte, en la semana vi un reportaje que le han hecho a Alan Pauls, a quien respeto mucho, con respecto a su trato con la crítica en tanto autor de ficción, y su trato con la ficción en tanto critico. En independencia del resto de la respuesta, y de lo interesante de la misma, quiero extraer de ella una parte que sirve a los efectos de este ensayo de apertura de hoy; y fue la de economía.
Economía.
Es decir, básicamente rescataba a aquellos críticos que no se basaban en algo personal, o en lo que se dice por allí, sino que proponían algún tipo de intercambio, algún tipo de pensamiento o idea, al margen completamente de la valoración, mas allá de que al tipo le gustase, o no, sino mas bien, y mas importante que el gusto es la circulación, la honestidad de dar.
La honestidad de dar también es necesaria en cualquier camino emprendido, el amoroso, el amistoso, el profesional, y, para mí, la única manera de entender el arte, y la critica. Y todas las políticas.
Establecer una economía con otro es algo que tiene que ver con una actividad, con una práctica, requiere un esfuerzo, no tiene nada que ver aquí la gentileza, ni el respeto, ni acordar, ni ningún gesto. Es cierto que la afinidad ético-estética influye en que uno prefiera.
Uno prefiere es cierto. Pero las preferencias una vez alejada la paciencia, si no hay intercambio se marchita.
Suponemos que para el amor, tal vez, al haber otras mediaciones, el análisis propuesto sea escaso, sin embargo, sin una economía nada relacional parecería funcionar.
Atención que aquí nadie hablo de sacar números, aquí hablamos de intercambiar, de dar, y de una posible práctica. (tal vez de una ética, pero digámoslo bajito).
Y del agotamiento de la paciencia, ya que uno puede ser ingenuo, estar ensimismado, ser demasiado paciente, esperar sin más, tenerle miedo al interés, o a sonar como interesado, tengo malas noticias, lo seco de ese camino, tarde o temprano, te va a secar.
Bien, entonces, reconozcan la economía de sus relaciones, sabemos que no se trata de sucios billetes, hablamos de intercambiar, de esperar, y, de vez en cuando, tener la alegría de vernos y reconocernos en el otro.
Reguemos los pastitos del camino con un agua inteligente, honesta y generosa, no permitamos que sean nuestros propios acompañantes quienes nos resequen los caminos.
Bienvenidos
DL
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