4.12.08

Diversos.

Pulsión por lo diverso, deslizamos el miércoles pasado y lo repito ahora y sí, suena pomposo, altisonante, y cierto.
También nos quejamos de nosotros mismos en tanto amenazantes, en tanto decidores de enunciados que luego no se retoman, puro amague.

Un amague pues, acerca de lo diverso, lo distinto sin jerarquía, esto es, sin establecer escalafones a priori; naturalmente nuestro canon existe, y difiere en cada quien, pero de lo que se trata aquí es de no establecerlo antes de transitarlo.

Manejar más de un lenguaje suena bien, sin embargo en el sentido que aquí pretendemos establecer significa organizar un camino de salida allí, sí, allí mismo donde se encuentra uno de entrada.

Y viceversa.

No se refiere tanto al don de lenguas, sino más bien a la capacidad de mestizaje, a la capacidad de ampliar la curva del disfrute, del conocimiento y, o más bien pero, también del dolor, de la angustia. Ocurre que más bien propendemos a contramano de cierto existencialismo a la violeta que especula con que es mejor más bien estar tristón, y angustiado, por la nausea en la que el mundo y su realidad nos interpela.

(abro paréntesis, aquí la palabra interpelacion no es nada ingenua, confio en que alguno de mis compañeros d ela mesa lea el guiño, y sino, y mas probable que algun oyente nos( y aquí refuerzo) INTERPELE)

Decía que a pesar del tono encrespado de los exordios, y a pesar de cierta diatriba duplicada a raíz de la realidad inocultable de este mundo y de este país, y de nuestra historia, nuestra impronta se dirige hacia lo mestizo, hacia lo anfibio, hacia el multilenguaje, hacia los choripanes y la empanada con vino tinto, pero, y además, no hacemos asco, o no lo haríamos si nos diera el cuero, a unos copetes de Don Perignon, con algún buen lomo, o algunas ostras.
Podemos disfrutar de Boston Legal, mas conocida la serie aquí como Justicia Ciega, como de la citada y recomendada también la semana pasada Amelie Nothomb. Y si nos apuran podemos disfrutar de toda la pretenciosa e inentendible prosa perpretada por Agamben.
Y sí, bastardeamos también, sí sí, lo sabemos; más, lo gozamos, a veces.

Aquí, como el Kafka que lee Deleuze con Guattari, somos mestizos pero por purificación de raza.

Tomamos distancia de nosotros, nos consideramos parte de una mirada, una mirada incluso en construcción, la cultura en sus modos más dinámicos está toda allí para verla, ignorarla, transitarla, usarla.
Insistimos hoy!!
Pura petición de principios, sin embargo, algo se va a ir armando. Nos visita hoy Marcela Villareal de Santucho, la hija más politizada tal vez, de Roberto Santucho, líder del ERP. Más allá de comentar la reciente publicación del libro que ha escrito sobre Santucho, seguramente nos asomaremos a una parte de la nuestra historia reciente quizá mas oscurecida.
Y nos visita también Beatriz y Daniel, fundadores de la revista Entrenos, y del sitio WEB, y del recientemente editado libro La rebelión de los Cuerpos.

Dos momentos, dos escenas, cómo no convertir en un cambalache este intento nuestro de mestizar, por ir en contra nomás de la pureza jerárquica de los suplementos de cultura?

Bien de eso va este exordio, esta petición de principio, somos nosotros quienes perseguimos tener los dos momentos, los dos tonos, los dos lenguajes, con el mismo interés. Ni hablar de nuestras columnas hoy acerca del Sida, y tal vez algo de historia cuando entra, y si hubiese tiempo con el doctor Marcelo Bonjiorno meternos a ver cuánto hay de chanta y de cierto, en cuanto garantismos, ahora que meten presos chicos con un prontuario parece que a medida, y sino se lo inventan, todo en una breve, muy brevísima hora. (Facundo)Lo cual acelera la coctelera que armamos en este revolcón cultural, lleno de estalactitas de entusiasmo, lleno de riesgos en cuanto a la hacienda que nos complacemos a revolcar.

Mestizos pero sin solapeos, es decir, nuestras marcas, nuestros placeres, nuestras lecturas, nuestras confianzas, sin bajaditas de Internet, sin solapita de libros, sin notas sustraídas de blogs fáciles de asaltar, hay tantos, cualquiera escribe un blog!
Entonces, en un ejercicio de parrhesía propio, deberíamos justificarnos (otra amenaza, para otro programa, otra estalactita de entusiasmo que esperará algún oyente intrigado) Esto es que nuestras palabras estén a la altura de nuestros actos, y no al revés, no adecuar nuestras palabras a nuestros vuelos gallinaceos.
Estemos, chicos, a la altura de nuestras inquietudes.

Anfibios, mestizos, pero rigurosos.

Bienvenidos.
DL